jueves, 16 de octubre de 2008

LOS CUATRO ACUERDOS


“LOS CUATRO ACUERDOS”
MIGUEL RUÍZ


EL PRIMER ACUERDO
Sé impecable con tus palabras
El Primer Acuerdo es el más importante y también el más difícil de cumplir. Es tan importante que sólo
con él ya serás capaz de alcanzar el nivel de existencia que yo denomino «el Cielo en la Tierra».
El Primer Acuerdo consiste en ser impecable con tus palabras. Parece muy simple, pero es sumamente
poderoso.
¿Por qué tus palabras? Porque constituyen el poder que tienes para crear.
Las palabras son la herramienta más poderosa que tienes como ser humano, el instrumento de la magia.
Según cómo las utilices, las palabras te liberarán o te esclavizarán aún más de lo que imaginas. Toda la
magia que posees se basa en tus palabras. Son pura magia, y si las utilizas mal, se convierten en magia
negra.

EL SEGUNDO ACUERDO
No te tomes nada personalmente
Los tres acuerdos siguientes nacen, en realidad, del primero. El Segundo Acuerdo consiste en no
tomarte nada personalmente.
Suceda lo que suceda a tu alrededor, no te lo tomes personalmente. Utilizando un ejemplo anterior, si te
encuentro en la calle y te digo: «¡Eh, eres un estúpido!», sin conocerte, no me refiero a ti, sino a mí. Si te lo
tomas personalmente, tal vez te creas que eres un estúpido. Quizá te digas a ti mismo: «¿Cómo lo sabe?
¿Acaso es clarividente, o es que todos pueden ver lo estúpido que soy?».
Te lo tomas personalmente porque estás de acuerdo con cualquier cosa que se diga. Y tan pronto como
estás de acuerdo, el veneno te recorre y te encuentras atrapado en el sueño del Infierno. El motivo de que
estés atrapado es lo que llamamos «la importancia personal». La importancia personal, o el tomarse las
cosas personalmente, es la expresión máxima del egoísmo, porque consideramos que todo gira a nuestro
alrededor. Durante el periodo de nuestra educación (o de nuestra domesticación), aprendimos a tomarnos
todas las cosas de forma personal. Creemos que somos responsables de todo. ¡Yo, yo, yo y siempre yo!
Nada de lo que los demás hacen es por ti. Lo hacen por ellos mismos. Todos vivimos en nuestro propio
sueño, en nuestra propia mente; los demás están en un mundo completamente distinto de aquel en que vive
cada uno de nosotros.

EL TERCER ACUERDO
No hagas suposiciones
Tendemos a hacer suposiciones sobre todo. El problema es que, al hacerlo, creemos que lo que suponemos es cierto. Juraríamos que es real. Hacemos suposiciones sobre lo que los demás hacen o piensan –nos lo tomamos personalmente–, y después, los culpamos y reaccionamos e
nviando veneno emocional con nuestras palabras. Este es el motivo por el cual siempre que hacemos suposiciones, nos buscamos problemas. Hacemos una suposición, comprendernos las cosas mal, nos lo tomamos personalmente y acabamos haciendo un gran drama de nada.

EL CUARTO ACUERDO
Haz siempre tu máximo esfuerzo
Sólo hay un acuerdo más, pero es el que permite que los otros tres se conviertan en hábitos profundamente arraigados. El Cuarto Acuerdo se refiere a la realización de los tres primeros: Haz siempre tu mejor esfuerzo. Bajo cualquier circunstancia, haz siempre tu máximo esfuerzo, ni más ni menos. Pero piensa que eso va a variar de un momento a otro. Todas las cosas están vivas y cambian continuamente, de modo que, en ocasiones, lo máximo que podrás hacer tendrá una gran calidad, y en otras no será tan bueno.
Cuando te despiertas renovado y lleno de vigor por la mañana, tu rendimiento es mejor que por la noche cuando estás agotado. Lo máximo que puedas hacer será distinto cuando estés sano que cuando estés enfermo, o cuando estés sobrio que cuando hayas bebido. Tu rendimiento dependerá de que te sientas de maravilla y feliz o disgustado, enfadado o celoso.




EL CAMINO TOLTECA HACIA LA LIBERTAD
Romper viejos acuerdos
¿Quién nos impide ser libres? Culpamos al Gobierno, al clima, a nuestros padres, a la religión, a Dios...
¿Quién nos impide, realmente, ser libres? Nosotros mismos. ¿Qué significa, en realidad, ser libres? A veces nos casamos y decimos que perdemos nuestra libertad, pero cuando nos divorciamos, seguimos sin ser libres. ¿Qué nos lo impide? ¿Por qué no podemos ser nosotros mismos?
Tenemos recuerdos de tiempos pasados en los que éramos libres y disfrutábamos de ello, pero hemos
olvidado lo que verdaderamente significa la libertad.
Si vemos a un niño de dos o tres años, o quizá de cuatro, descubrimos un ser humano libre. ¿Por qué lo
es? Porque hace lo que quiere hacer. El ser humano es completamente salvaje, igual que una flor, un árbol o un animal que no ha sido domesticado: ¡salvaje! Y si observamos a estos seres humanos de dos años de edad, descubrimos que la mayor parte del tiempo sonríen y se divierten. Exploran el mundo. No les da miedo Jugar. Sienten miedo cuando se hacen daño, cuando tienen hambre y cuando algunas de sus necesidades no se ven satisfechas; pero no les preocupa el pasado, no les importa el futuro y sólo viven en el momento presente.
Los niños muy pequeños no tienen miedo de expresar lo que sienten. Son tan afectuosos que, si perciben amor, se funden en él. No les da miedo el amor. Esta es la descripción de un ser humano normal.
De niños, no le tenemos miedo al futuro ni nos avergonzamos del pasado. Nuestra tendencia natural es
disfrutar de la vida, jugar, explorar, ser felices y amar.
Pero ¿qué le ha pasado al ser humano adulto? ¿Por qué somos tan diferentes? ¿Por qué no somos
salvajes? Desde el punto de vista de la Víctima, diremos que nos ocurrió algo triste, y desde el punto de vista del guerrero, diremos que lo que nos sucedió fue normal. Lo que pasa es que el Libro de la Ley, el gran Juez, la Víctima y el sistema de creencias dirigen nuestra vida, y ya no somos libres porque no nos permiten ser quienes realmente somos. Una vez nuestra mente ha sido programada con toda esa basura, dejamos de ser felices.
Esta cadena de aprendizaje que se transmite de un ser humano a otro, de generación en generación,
es muy corriente en la sociedad humana. No culpes a tus padres por enseñarte a ser como ellos. ¿Qué otra cosa podían enseñarte sino lo que sabían? Lo hicieron lo mejor que supieron, y si te maltrataron, fue debido a su propia domesticación, a sus propios miedos y a sus propias creencias. No tenían ningún control sobre la programación que ellos mismos recibieron, de modo que no podían actuar de otra forma.

El primer paso es siempre la consciencia, porque hasta que no seas consciente no podrás hacer ningún
cambio. Hasta que no seas consciente de que tu mente está llena de heridas y de veneno emocional, no
limpiarás ni curarás las heridas y continuarás sufriendo.
No hay ninguna razón para sufrir. Si eres consciente, puedes rebelarte y decir: «¡Ya basta!». Puedes
buscar una manera de sanar y transformar tu sueño personal. El sueño del planeta es sólo un sueño. Ni tan siquiera es real. Si entras en el sueño y empiezas a poner en tela de juicio tu sistema de creencias,
descubrirás que la mayor parte de las creencias que abrieron heridas en tu mente ni siquiera son verdad.
Descubrirás que durante todos estos años has vivido un drama por nada. ¿Por qué? Porque el sistema de
creencias que te inculcaron está basado en mentiras.

Existen tres maestrías que llevan a la gente a convertirse en toltecas. La primera es la Maestría de la
Consciencia: ser conscientes de quiénes somos realmente, con todas nuestras posibilidades. La segunda es la Maestría de la Transformación: cómo cambiar, cómo liberarnos de la domesticación. La tercera es la Maestría del Intento: desde el punto de vista tolteca, el Intento es esa parte de la vida que hace que la transformación de la energía sea posible; es el ser viviente que envuelve toda energía, o lo que llamamos «Dios».
Es la vida misma; es el amor incondicional. La Maestría del Intento es, por tanto, la Maestría del Amor.

EL NUEVO SUEÑO
El Cielo en la Tierra
Quiero que olvides todo lo que has aprendido en tu vida. Este es el principio de un nuevo entendimiento, de un nuevo sueño.
El sueño que vives lo has creado tú. Es tu percepción de la realidad que puedes cambiar en cualquier momento. Tienes el poder de crear el Infierno y el de crear el Cielo. ¿Por qué no soñar un sueño distinto? ¿Por qué no utilizar tu mente, tu imaginación y tus emociones para soñar el Cielo?
Sólo con utilizar tu imaginación podrás comprobar que suceden cosas increíbles. Imagínate que tienes
la capacidad de ver el mundo con otros ojos siempre que quieras. Cada vez que abres los ojos, ves el mundo que te rodea de una manera diferente. Ahora, cierra los ojos, y después, ábrelos y mira.
Lo que verás es amor que emana de los árboles, del Cielo, de la luz. Percibirás el amor que emana
directamente de todas las cosas, incluso de ti mismo y de otros seres humanos. Aun cuando estén tristes o enfadados, verás que por detrás de sus sentimientos, también envían amor

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